Amànima surge de esas tardes entre hermanas, lanas, hilos y esbozos en las que una se reía de las creaciones de la otra. ¿Por qué reírnos solas si podemos compartir nuestros experimentos con el mundo? Y así, de paso, aprendemos juntos las diferencias entre el punto bajo y el punto alto (¡por fin las aprendimos!), que el hilo no encerado no se debe quemar con el mechero y que los colores de las acuarelas made in China pueden ser radioactivos. Quizás nuestra técnica no sea la mejor (aún), pero si algo distingue a todo aquello que emprendemos es que ponemos toda nuestra alma en ello.
IRENE
Aprendí a dibujar copiando e incluso calcando los dibujos que aparecían en los libros de la escuela y, después de una larga temporada sin coger un lápiz, retomé la inspiración durante un largo viaje por Asia, con la excusa de financiarme parte del viaje vendiendo postales ilustradas. Funcionó mejor de lo que pensaba y desde entonces llevo un lápiz pegado a la mano derecha para dibujar todo lo que se me ocurre, aunque la mayoría de las veces sean garabatos incomprensibles. La afición al ganchillo la he heredado de mi hermana y, por su culpa, ahora también tengo pegados a mis manos un ganchillo y ovillos de lana con los que he aprendido que no solo la tinta es útil para dar rienda suelta a la imaginación. Y es que hay manualidades que suelen resultar adictivas, como el macramé: ¿No es increíble que con unos cuantos nudos tengas una bonita pulsera?
Ni se os ocurra enseñarme más manualidades porque como veis soy adicta a ellas.
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MARINA
Mis primeros recuerdos entre hilos se remontan a los regalos y lecciones de mis dos abuelas, con el tiempo crecí y perdí el interés, pero como nunca es tarde… mi pasión por crear volvió, y esta vez para quedarse. Tan solo me hicieron falta 4 horas de clase para volverme adicta a los amigurumis. Desde entonces no he parado de experimentar con la lana, contando también con la ayuda de una buena amiga que me inició en el punto. Quizás más adelante consiga recobrar también los bolillos que mi abuela me dió. Lo suyo es dar rienda suelta a la imaginación y dejar que tus manos te guien, puede que los resultados no sean siempre los esperados, pero para ello siempre hay una segunda vez.
Así que… ¡manos a la aguja!
Hola piri!!! Io si vols t’ensenyo a fer fieltre…. jejeje.
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Encara em vols més ocupada amb les mans? ;P
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